A TÍ MADRE QUERIDA
A ti... que aprendí a amarte
desde el mundo sublime
de tu vientre.
A ti...
que me hablabas desde entonces
con tus palabras dulces
y tus caricias perennes.
A ti...
que me diste sustento
de tu propia fuente
y que reías feliz,
al sentirme y moverme.
A ti...
madre adorada
que me enseñaste
lo malo y bueno de la vida
para que pudiese tomar
las riendas de la mía.
A ti... que aprendí a amarte
desde el mundo sublime
de tu vientre.
A ti...
que me hablabas desde entonces
con tus palabras dulces
y tus caricias perennes.
A ti...
que me diste sustento
de tu propia fuente
y que reías feliz,
al sentirme y moverme.
A ti...
madre adorada
que me enseñaste
lo malo y bueno de la vida
para que pudiese tomar
las riendas de la mía.
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